Es una corriente muy relacionada con la filosofía existencialista nacida en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial. Poco más tarde llegó a Estados Unidos donde renombrados psicólogos (Allport, Rogers, Fromm, Maslow) se refirieron explícitamente a ella. La psicología existencial influyó poderosamente en la psicología humanista, que retomó algunos de sus procedimientos y de sus temas fundamentales.
Surge como reacción al excesivo racionalismo del positivismo psicológico. Su postulado básico es que la experiencia inmediata del sujeto permite una mejor comprensión de la realidad que el método racional y sustituye las técnicas objetivas por una comprensión subjetiva de los fenómenos.
Fundamentos teóricos
El pensamiento existencial encontró su primera formulación psicológica en la obra de L. Binswanger (1881-1966), un psiquiatra suizo próximo a Freud que desarrolló un método específico al que llamó Análisis existencial (Daseinsanalyse). Según Binswanger el psicoanálisis subraya los determinantes del hombre pero lo verdaderamente importante es lo que el hombre hace con esos determinantes, la forma en que afronta su destino para modificarlos. Binswanger contempla los trastornos psíquicos como una determinada manera de estar en el mundo, como un determinado tipo de relación que el ser humano establece con sus semejantes, con los objetos del entorno y consigo mismo. Su enfoque privilegia una visión “comprehensiva” antes que “explicativa” para abordar la conducta y el acontecer psicológico.
En el corazón mismo de la crisis del hombre se encuentra el debilitamiento de su experiencia como ser responsable y con capacidad de decisión. El objetivo de la psicología existencial es el de devolver ese poder al ser humano. La terapia no pretende que el paciente permanezca pasivo, sino que aumente su campo de libertad.
A diferencia del psicoanálisis que fragmenta al individuo en varias instancias (ello, yo, superuo), la psicología existencial busca la unidad del ser, más allá de sus distintas expresiones. Se utilizan nociones como sí-mismo, persona y yo. La psicología existencial concede especial importancia a las nociones de crecimiento, desarrollo y potencial humano.
Implicaciones terapéuticas
La psicología existencial tiende más a pensar en términos de potencialidades que en términos de represión o de inconsciente. El objeto de la terapia existencial no es un síntoma, ni una enfermedad, ni una estructura (histérica, obsesiva, etc.) ni la historia del enfermo, ni determinados mecanismos, sino “dos-personas-existiendo-en-un-mundo, un mundo representado en ese momento, por la consulta del terapeuta” (Rollo May). A nivel terapéutico esto significa privilegiar “lo experimentado” sobre “lo explicado” y la empatía sobre la interpretación.
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