Cuando describimos a otras personas, además de referirnos a su
personalidad, aludimos también a su temperamento a o su
carácter, decimos que tiene un temperamento fuerte, o tiene muy
buen carácter. Personalidad, temperamento y carácter son
conceptos que guardan bastante relación entre sí, pero que son
distintos.
El temperamento es la disposición innata que nos induce a
reaccionar de forma particular a los estímulos ambientales.
Está determinado genéticamente y, por tanto, es difícil de
modificar.
El carácter se forma mediante los hábitos de comportamiento adquiridos mediante aprendizaje a lo largo
de la vida, y es modificable. Se refiere a las propiedades psicológicas de un individuo pero añade un matiz: expresa un juicio de valor sobre el modo
de ser. Así, calificamos a las personas por su buen o mal carácter.
La personalidad engloba a los dos aspectos, se sustenta en la herencia genética
(temperamento), pero está también influenciada por el ambiente (carácter), por lo que
puede desarrollarse y a pesar de ser bastante estable, cambia a lo largo de la vida.
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